martes, 14 de diciembre de 2010

El Camino hacia el éxito. ¿Te preguntaste si deseas recorrerlo?

Cuando en mis capacitaciones sobre "Desarrollo Profesional", menciono la importancia de entrenar habilidades como liderazgo, creatividad, negociación, comunicación abierta, asertividad, pensamiento estratégico entre otras; surge una pregunta, que resulta un clásico a esta altura del partido:
-¿Se nace o se hace?-

En este punto debo admitir , que yo también me lo pregunto.
Y es justamente, a partir de esa pregunta, que sigo construyendo posibles respuestas en la medida de estudiar el tema y de conocer "algunos que nacieron", "otros que se hicieron" y los más que "nacieron y se hicieron".
Sin embargo, lo más enriquecedor de mi experiencia práctica, no fue intentar responder esa pregunta; sino reformularla:
-¿Te gusta o no te gusta?-
-¿Deseas o no hacerlo?-

La consecuencia de esto, más allá de implicar un giro de 180° en relación a dónde poner el acento, modifica nuestra posición sobre las cosas:

* Si me quedo en el "se nace o se hace", me instalo en el afuera, en creencias limitantes que condicionan de nuestras elecciones.
* Si doy un paso más, y el foco lo pongo en mi interior, me veo cara a cara con el deseo. Aparece entonces la libertad de elección; y también con sus contracaras: la insatisfacción y la frustración, con quienes debemos reconciliarnos, si realmente queremos crecer y alcanzar el llamado "éxito laboral"


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sábado, 4 de diciembre de 2010

Durmiendo con el enemigo - Esclavos del ego.

El 2 de diciembre se celebra el "Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud", y, este año, quiero aprovecharlo para hablar de un tipo de esclavitud de la que poco se habla, y que siento causante de la mayor violencia que puede manifestarse, cuya raíz está en nuestro interior.

Hace mucho tiempo alguien me dijo que no importaba cuanto hubiese hecho por superarme, que siempre faltaba mucho más.
- "Cuando creíste lograrlo, perdiste" - sentenció. - "Tu ego siempre ganará la partida"-

Al escucharla, mi primera reacción fue ambigua: me divirtió ese comentario y me conmovió a la vez.
Lo sentí exagerado y extremista, al punto de pensar cómo mi ego podría conmigo.
Aunque no pensarlo… ¿no hablaba ya de una batalla perdida?

Por entonces yo venía de varios intentos por limitar mi ego, con lo que entendía muy buenos resultados: había aquietado mis impulsos, mejorado mi omnipotencia, construido vínculos más sanos, y puesto el foco en mi interior. Al punto de creer, que estaba próxima a lograrlo.
Sin embargo, en un segundo, se desmoronó esa idea. Era tiempo de enfrentar lo difícil que resultaba la convivencia con el ego,sintiéndolo tan propio y ajeno a la vez.

"Quien esté libre de su ego, que arroje la primera piedra",es un buen modo de replantear el juego,ya sin la ilusión de que ganar o perder fuese un resultado.
Focalizados en "seguir participando" y evitar así caer en la hipocresía de los "superados"; tan funcional a la vitoria del ego, como el desconocimiento de la violencia interior que él desencadena.

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