lunes, 8 de agosto de 2011

Poder y Lenguaje. Dos palabras claves para el bienestar.

Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.
Génesis 1:3

- "La palabra crea mundos" - es mi frase preferida, al referirme a la posibilidad de cambiar “ese mundo” que sentimos nos limita, a la hora de sentirnos bien.

David Maclagan, en un texto en el cual revisa los mitos de la creación de las más diversas culturas (Mitos de la creación, Editorial Debate, 1977) concluye que entre todas las acciones que dan lugar a la creación (moldear, plantar, tejer, tallar...); hay una que supedita a las otras: la palabra, el habla, el verbo.

Rafael Fauquié dice: -"El desorden anterior a la creación del universo es el desorden de la ausencia de palabras. En Cien años de soledad, al hablarse de la fundación de Macondo, la voz narradora dice que el mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre"-.

Definitivamente el mundo está hecho de palabra...
La palabra nombra y lo nombrado ya forma parte de nuestra realidad.
Si lo "innombrable" tiene su palabra y hay quienes definen al silencio (que también puede ser nombrado) como la "palabra no dicha".

y es el Poder quien se encarga de imponerlas...
En tiempos donde es frecuente, que alguien se autodefina como depresivo, ¿no valdría la pena preguntarle sino estará triste, aburrido, desmotivado, angustiado, temeroso, abatido, decaído, desanimado, melancólico, o nostálgico entre tantas otras cosas posibles?Cuántos mundos se abren al cuestionar una palabra, que en definitiva cuestiona una creencia cerrada sobre nuestro padecer.Sin embargo, como autómatas, repetimos la palabra "depresión", olvidando a una millonaria industria, que factura con su uso indiscriminado.

Apropiarnos del "Poder del Lenguaje"
y Cuestionar al "Lenguaje del Poder"

nos permitirá elegir la palabra protagonistas,
a la hora de "construir" nuestra realidad, capaz de nombrarnos.


1 comentario:

Juan dijo...

Me gustó mucho el artículo. Creo que lo mismo es aplicable también a otro tipo de interpretaciones, como las que apreciamos a diario especialmente en los medios de comunicación televisivo, que aprovechan el empobrecido vocabulario de la masa espectadora para sobrevalorar, tergiversar o desinformar.